La semana que comienza puede ser crucial en el conflicto que
Esperanza Aguirre ha abierto en la Comunidad de Madrid. Los dos días de
huelga van a determinar la verdadera fuerza de los sindicatos de este
sector tan maltratado. Y cuando digo sector, no lo minimizo al colectivo
de los profesores, sino a todos cuantos intervienen en la enseñanza
pública: los propios profesores, los alumnos y los padres.
Sí,
porque hay que liberarse del mensaje mentiroso y falaz que la presidenta
madrileña, a fuerza de repetir, ha intentado convertir en realidad: que
en tiempos de crisis los profesores no quieren trabajar dos horas más.
Sencillamente es mentira y gorda.
La presidenta de la Comunidad de
Madrid, con el apoyo de sus medios acólitos, ha manipulado la
información haciendo creer a la opinión pública que el profesorado
trabaja 18 horas a la semana cuando el horario real es de 37.5 horas
semanales que se reparten entre horas lectivas, 18 hasta este curso, 12
horas complementarias, dedicadas a guardias, reuniones de coordinación
atención a las familias, atención a las bibliotecas o actividades
extraescolares. Y el resto para la preparación de clases, corrección de
exámenes, formación. Sin contar las que dedican fuera del horario
laboral.
El recortazo no es una mera cuestión económica, sino
algo mucho más profundo que abrirá una enorme brecha entre los que
pueden pagar colegios privados y los que no. Y los últimos son la
mayoría de los ciudadanos que estamos asistiendo atónitos a la muerte de
uno de los pilares del Estado del Bienestar. Y no solamente se
resentirán nuestros hijos, como individuos, de semejante atropello, sino
que repercutirá en la capacidad del país para estar en la vanguardia. A
no ser, claro, que lo que se pretenda es cerrar la puerta del
crecimiento a las clases medias.
Lo cierto es que gracias al
recortazo de Aguirre habrá una reducción de los apoyos a los grupos que
requieren más atención, ya se han suprimido desdobles en algunas
materias y prácticas de laboratorio. Los profesores tienes más grupos y
con más alumnos a su cargo, además de se ofrece una peor atención a la
diversidad que presenta el alumnado y la imposibilidad de atender la
tutoría de los alumnos, entre otras cosas. Sin contar disminución de las
actividades extraescolares, entre otras cosas.
Probablemente a
Esperanza Aguirre, educada en colegios de pago, como sus hijos, le
importe un bledo, pero a los padres no. Los padres de los alumnos de la
enseñanza pública no deberían dejarse engañar por los argumentos de la
presidenta y, en cambio, sí apoyar a los profesores cuya huelga no es
beneficio propio, sino en el de los alumnos.
Y es que gracias a la
merma de 3.000 profesores este curso y otros 2.000 el anterior, los que
quedan se ven obligados a impartir asignaturas que ni siquiera les son
afines. Un extraordinaria información de El País titulada “Los profesores que no existen” descubre una de las falacias de la presidenta que “aseguró
públicamente que era "mentira y una falsedad" que hubiera profesores
que impartan asignaturas en las que no son especialistas. Y amenazó a
quienes lo hicieran: "Si alguien da una materia que no es afín a su
especialidad, irá la inspección y se le caerá el pelo a ese instituto y a
ese profesor".
En el reportaje se cuenta cómo un profesor de
Inglés se ha tenido que reconvertir en un docente de Sociales y Lengua.
Otro dará Plástica además de sus clases habituales de Matemáticas, como
ya había hecho anteriormente. También hay un profesor que se divide
entre la Música y la Geografía e Historia. Un especialista en Música,
tiene cinco horas de Lengua este curso.
Como puede verse, no es
optimización de recursos, es que a la señora Aguirre la enseñanza
pública no le interesa. Y peor todavía, como los profesores de la
‘marea verde’ han escenificado en la Puerta del Sol, están matando la
enseñanza pública.
Y todos sabemos quién es el autor del crimen.
ALFONSO GARCIA, Estrelladigital.es , 2-10-2011
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